miércoles, 5 de julio de 2017

POR QUÉ LA SABIDURÍA NO PUEDE SER ENSEÑADA


Manfred Kets de Vries, en INSEAD Knowledge del pasado 22 de junio plantea las razones por las que la sabiduría no puede ser enseñada. Destace que en una era hiperactiva y digital lograr la sabiduría constituye un reto, ya que con todas las herramientas digitales, desde por ejemplo las tabletas y móviles y sus aplicaciones constantemente demandando nuestra atención inmediata cada vez resulta más complicado encontrar el tiempo y el espacio para establecer relaciones significativas o dedicar tiempo para conversaciones profundas.

Esta situación es perjudicial para muchos líderes. Aunque la sabiduría necesita formación y educación ésta no necesariamente hace que las personas sean sabias,. Como mantenía el profesor  de la universidad de Harvard, Charles Gragg en su clásico caso “Because wisdom can´t be told” el mero hecho de escuchar palabras sabias no garantiza la transferencia de sabiduría.

Las personas identifican, normalmente la sabiduría con inteligencia o con poseer conocimientos, pero con demasiada frecuencia podemos observar que ser inteligente y ser sabio son dos cosas bien diferentes. El mundo está lleno de personas brillantes capaces de intelectualizar sin comprender realmente la esencia de las cosas. Por el contrario las personas sabias tratan de comprender el significado profundo de lo que se conoce y son conscientes de los límites de su conocimiento.

La sabiduría implica más que ser capaz de procesar la información de una forma lógica. El conocimiento se convierte en sabiduría cuando tenemos la capacidad de asimilar y aplicar este conocimiento para tomar las decisiones adecuadas. Como mantiene el dicho: “ el conocimiento habla pero la sabiduría escucha”. Las personas sabias tienen buen juicio y poseen las cualidades de sinceridad y autenticidad, la primera por medio del deseo de decir lo que realmente queremos decir y la segunda el ser cómo realmente somos.

Las personas sabias, también, son humildes, su humildad derivada de su disposición a aceptar las limitaciones de su conocimiento. Aceptan que existen conocimientos que nunca tendrán, pero al ser conscientes de su ignorancia están mejor preparados para soportar sus propia falibilidad.

La sabiduría se puede contemplar tanto desde una perspectiva cognitiva y emocional. Desde un enfoque cognitivo las personas sabias son capaces de captar la visión global. Pueden poner las cosas en perspectiva y ver las cosas desde diferentes ángulos, evitando por tanto el pensamiento blanco o negro. Desde una perspectiva emocional las personas reconocidas por su sabiduría son  reflexivas, introspectivas y toleran la ambigüedad. Saben cómo gestionar las emociones negativas y poseen tanto empatía como compasión, cualidades que les diferencian en el contexto interpersonal.

De Vries mantiene que ser sabio supone una búsqueda personal y que es sólo a través de nuestras experiencias, aprendiendo a sobrevivir a las grandes tragedias y dilemas que se presentan  a lo largo de nuestra vida descubriremos nuestras propias capacidades y aprenderemos a ser sabios.

Los contratiempos con los que todos nos enfrentamos se convierten en magníficas experiencias de crecimiento personal. Superar situaciones difíciles contribuye a una mayor valoración de nuestra vida y a considerar nuevas posibilidades. Estas experiencias nos permiten ver más allá de nuestras propias perspectivas y contemplar las cosas como realmente son.

Desgraciadamente  la sabiduría no va asociada automáticamente con la edad y para ser reflexivos podemos necesitar la ayuda de los demás. El autor, fruto de su experiencia con ejecutivos, propone para ayudar a este desarrollo la creación de comunidades de aprendizaje a través de las cuales los participantes tienen la oportunidad de exponer sus historias. Contar y escuchar historias personales es una forma de comenzar a entender a los demás y a uno mismo y ayuda a los participantes a oír lo que no se dice. Una comunidad de aprendizaje es también un gran lugar para mantener la mente abierta. El fomentar que sus miembros salgan de sus zonas de confort y que traten con personas muy diferentes de ellos mismos conduce a un entendimiento más profundo y a una mayor aceptación de la naturaleza ambigua delas cosas. Si se diseñan de forma holística estas comunidades se convierten en un gran ejercicio de humildad dando la oportunidad a los participantes de ser conscientes de sus limitaciones al tiempo que de sus habilidades para integrar su conocimiento y experiencias para afrontar los retos que les esperan.


En la búsqueda de la sabiduría sus integrantes tendrán que ir aprendiendo de sus errores y a pensar antes de actuar, liberándose de posibles máscaras para ser más auténticos y vivir realmente sus valores.

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